LA IMPORTANCIA DE LOS HÁBITOS


Para que un niño se sienta seguro tiene que adquirir hábitos. Los niños no conocen el orden cuando nacen. Los adultos tenemos que ayudarles a organizar su vida mediante horarios estables asociados a rutinas, es decir, actividades que se hacen todos los días, de la misma manera. Así asimilan un esquema de orden interno que convierte su mundo en un lugar predecible y, por tanto, seguro.

La alimentación y el sueño son los 2 primeros hábitos que tiene que aprender un niño. Para que lleguen a convertirse en un hábito deben llevarse a cabo siempre en un mismo sitio, a la misma hora y de la misma manera.

El niño debe adquirir el hábito de la alimentación desde su nacimiento para que no se convierta en una fuente de conflicto. Adquirirlos no sólo influye en el crecimiento, el bienestar y la salud del niño, también facilita la adquisición de aprendizajes posteriores.

Cuando un niño no come adecuadamente, sus padres conciben ideas como “si no consigo que coma, enfermará y será por mi culpa”. Mantenerse firme en la instauración del hábito evita manipulaciones por parte del niño.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA ALIMENTACIÓN?

 La alimentación es un medio de prevención de enfermedades. Muchas afecciones físicas y psíquicas, como la diabetes o la obesidad, están relacionadas con una alimentación inadecuada. A través de la alimentación se enseña al niño a crear hábitos y rutinas. También se fomenta su autonomía, a medida que el bebé crece empieza a querer hacer las cosas por sí solo: coger el biberón, la cuchara,... es necesario dejarle que lo haga para que desarrolle su autonomía y motricidad. Los niños de 2 o 3 años quieren hacerlo todo solos, aunque tarden más, y siempre dentro de lo razonable, es importante dejarles que lo hagan. El niño debe ser capaz por sí mismo y los padres deben dejarle.

 La alimentación también influye en la evolución del habla porque contribuye al desarrollo de la musculatura de la boca y la garganta. También contribuye al aprendizaje en la resolución de conflictos. Los primeros problemas que surgen en la infancia son los relacionados con la alimentación y el sueño. Si se enseña a los niños a solucionarlos, serán capaces de enfrentarse a otros problemas en edades posteriores. Para tener buenos hábitos alimentarios en la edad adulta es preciso empezar a comer bien desde la infancia.

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